Este post, en realidad, comenzó hace 13 años. ¿Te lo puedes creer?
Resulta que en 2010 me volví fan de un proyecto que arrancaba: «Conexiones Improbables». Pero fan, fan. Tenía muy claro que quería estar ahí. Que algún día sería una «Colaboradora Improbable»…
(Alerta de Spoiler: ¡Conseguí serlo!).
De hecho, este deseo fue uno de los detonantes de dejar de mirar solo desde el diseño y dar el salto al emprendizaje con una visión más global de innovación social e hibridación artística. De que hoy esté trabajando en mi propio proyecto. De no conformarme con ser creativa, sino que mis ideas aspiren a transformar la sociedad. De tantas cosas…
Lo dicho, ya soy colaboradora improbable en uno de los Auzolabs que se desarrollan en Hibridalab, el de sostenibilidad y medio ambiente, junto a Anabela Runa (The Smilist) y del que realizamos la presentación final este pasado lunes.
¿Cómo resumirlo? Como una experiencia fantástica. Y digo «fantástica» a posta, porque me recuerda mucho al concepto de binomio fantástico de Rodari:
«Cuando se unen dos ideas sin aparente relación, explota una chispa creativa que genera nuevas narrativas».
Me encanta.
No soy diseñadora: soy innovadora social
Ya te he explicado mi evolución profesional. Quiero transformar, cambiar las cosas, generar nuevas perspectivas sociales. En mi trabajo, los detonantes son necesarios. Algo lleva a otra cosa que acaba resolviendo un problema. Y tengo claro que ya no basta con juntar un texto y una imagen. Necesitamos una trascendencia social (Transformación) y una mixtura de herramientas culturas y artísticas (Hibridación).
Por eso Conexiones Improbables me enamoró desde el comienzo. Me aterrizó en eso de la economía naranja, la transversalidad del arte y las ideas… la colaboración como chispa de arranque del motor innovador.
Y en esa línea va el proyecto que hemos presentado en este laboratorio de innovación ciudadana, un espacio que precisamente potencia la hibridación y cooperación entre sectores, la innovación y la transformación del tejido social, cultural y productivo.
Y antes del presentarte el proyecto, quiero agradecer a Roberto Gómez de la Iglesia y Miren Martín Morato que nos hayan abierto sus puertas. Y, por supuesto, a Anabela, por ayudarme a cruzarlas juntas.
¿Lo llamamos chispa? Yo lo llamo arte y cultura disruptores
Nuestro reto en este Auzolab era de innovación social: fomentar el uso del transporte sostenible entre alumnado y profesorado a la hora de acudir al centro educativo, dentro del Centro de FP Ciudad Jardín de Vitoría-Gasteiz.
Con estas 5 sesiones hemos querido prender la mecha, despertar el interés, y sobre todo, que se acerquen a una posible solución REAL al reto de la movilidad sostenible, dentro de una educación ambiental y las STEAM.
¡Y hemos conseguido propuestas geniales! Una de ellas, que consiste en una APP para fomentar el transporte sostenible entre todas las personas del centro, ya tiene previsto su creación como herramienta educativa por parte de todos los grados del centro. Aupa vosotros, Ciudad Jardín!
Una vez más, dejamos una chispita creativa gracias al arte y la cultura. Porque como he dicho más veces, mi trabajo no va de hacer publicidad, sino de activación social. De resolver problemas sociales y ambientales MUY complejos. De mejorar la calidad de vida de las personas, a corto y largo plazo.
Y eso solo lo lograremos pensando. Aterrizando esas ideas con innovación. Agitando las mentes. Sacudiendo los cimientos de las sociedades con nuevas perspectivas.
Y como soy muy cabezota en eso estoy y estaré.
Gracias Hibridalab. Gracias Conexiones Improbables.
Ojalá tuvieseis discos publicados para que me los firmarais.